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Sólo pertenezco a una nación: las personas en las que encuentro fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas.
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Gritan: «Al bandido!» —cuando un hombre Libre y Valiente asoma— y le echan desesperados y arrogantes hacia un mundo nuevo.
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¡qué procesión de culpables!
Los miro torvos, ahelosos,
sin frutos la rica isla, secos los bejucos,
por comarcas polvorientas, ausentes,
Donde ni el sol da luz ni el árbol sombra,
Y vagan en silencio, el oceano sin peces,
Llevan la recia cuerda uncida, bien hundida en la frente, yugo de bueyes,
Y listado el cuerpo
De hondos azotes, el montón de siervos
Veo el desfile, las ropillas verdes y las rojas banderas
Risueñas y ligeras, y el jinete de barba oscura y poderosas riendas,
Y la albarda de plata suntuosa
Prendida, y las botas
Cárceles a un tiempo de los pies y de su mente;
Veo como los desdeña,
Como a raza ruin, menguada y floja.
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6 décadas al acecho
pudiendo escoger la paz
Nos lanzó a todos al fuego
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versos martianos
Guipúzcoa 